El Derecho Humano a un Medio Ambiente Sostenible - El Ciudadano Ecológico



Dentro del marco de actividades de El Tiempo de los Derechos (Consolider-Ingenio 2010), entrevistaron al profesor Andrew Dobson, Catedrático de Políticas en la Keele University (Reino Unido) y miembro de la School of Politics, International Relations and the Environment (SPIRE) y del Research Institute for Law, Politics and Justice.
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Todos tenemos un sentido innato de la justicia y la imparcialidad y esto es lo único que se requiere para ser un "ciudadano ecológico"
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-¿Cómo piensa que la comunidad internacional va a abordar en el futuro la cuestión del cambio climático, habida cuenta del fracaso de Copenhague?

Las negociaciones futuras tienen que ser mucho más participativas que la conferencia General. Sobre todo, es crucial que las visiones y las necesidades de los países "en vías de desarrollo" sean tomadas en cuenta de manera mucho más obvia.

La justicia es la clave, ya que sin ella nunca habrá un acuerdo suficientemente amplio sobre la reducción de emisiones. "Contracción y convergencia" son el mejor camino para elaborar los futuros acuerdos, puesto que resulta justo tanto para los países "desarrollados" como para los países "en vías de desarrollo".

Lo que no puede repetirse en el futuro es que se vea a los países más poderosos del mundo llegando a un acuerdo común en el último momento.

-¿Cree que estamos preparados para ser "ciudadanos ecológicos"?. ¿Por dónde tendríamos que empezar para educar a la ciudadanía en pautas ecológicas de vida?

-Todos nosotros tenemos un "ciudadano ecológico" en nuestro interior. Todos tenemos un sentido innato de la justicia y la imparcialidad y esto es lo único que se requiere para ser un "ciudadano ecológico".

El problema es que vivimos en un sistema político y económico que nos anima a cualquier cosa, salvo a actuar cívicamente. Se asume que somos auto-interesados e, incluso, las políticas diseñadas para hacernos actuar a favor del medioambiente dependen para su efectividad de que nos tratemos más como "actores racionales auto-interesados" que como ciudadanos.

Esto crea un círculo vicioso en el que los impulsos cívicos son dejados al margen por los auto-interesados. Esto no puede ser la base de una justicia ecológica.

-¿Dónde diría que está hoy la reivindicación ecologista? ¿Cree, al igual que algunos intelectuales, que puede hablarse de un ecologismo de los pobres?, ¿qué la lucha ecológica procede hoy de los países en vías de desarrollo?

-Históricamente es verdad que los poderosos no han renunciado a nada sin luchar. Los problemas medioambientales se causan mucho más por los ricos y poderosos que por los pobres y vulnerables y los primeros tienen mucho que perder. Puede que den algo aquí y allá, pero se hace duro ver que no va a ocurrir ningún cambio fundamental a no ser que se ejerza desde abajo una presión inexorable.

-¿Le parece que la lucha ambiental debe y puede incorporarse al discurso de los derechos humanos?

-El derecho humano a un medioambiente sostenible cada vez se reconoce más ampliamente y puede encontrarse más y más a menudo en constituciones. Los derechos humanos han sido una parte importante de las políticas progresistas durante mucho tiempo y las demandas políticas que se han generado en torno a ellos pueden tener una potencia considerable.

Pero aunque las demandas de derechos podrían ser una condición necesaria para la justicia medioambiental, no creo que sean condición suficiente. Las demandas de derechos, por sí solas, no pueden minar las relaciones de poder e injusticia. También necesitamos considerar si los derechos humanos deberían reconfigurarse como derechos animales (nosotros somos animales, después de todo), ya que esto marcaría una diferencia total en las bases desde las que construir nuestros pensamientos para el futuro.

-¿Podría explicarnos las ventajas de lo que se ha dado en llamar "biorregionalismo" por lo que hace a la gestión de los problemas ambientales?

-El biorregionalismo se ha quedado algo desfasado en los últimos años. La idea de que podemos rediseñar nuestras sociedades de forma que queden dentro de biorregiones y confiar, únicamente, en lo que esas regiones pueden producir, en lugar de hacerlo en el comercio con otras, se considera por muchos como algo que no es plausible.

Podríamos pensar que si vivimos en sociedades biorregionales, sería un signo del colapso de la civilización, tal y como la conocemos, en lugar del resultado esperado de una transición pacífica a una sociedad sostenible.

Habiendo dicho eso, el biorregionalismo es una idea ecológicamente racional, así que, quizás, lo que necesitamos hacer sea coger la racionalidad ecológica inherente a la idea y aplicarla a las sociedades actuales. Esto sería una forma de "localismo" que es absolutamente plausible -incluso necesaria- bajo las condiciones actuales.

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