La pobreza y los derechos humanos
Ricardo Arrieta C.
Abril 29 de 2009.
Los derechos humanos se caracterizan por su ambigüedad. Deberían hacer avanzar la causa de los pobres. Pero defienden a los poderosos y no a los marginados. El egoísmo y la institucionalización pueden invertir ideales y hacer que apoyen aquello contra lo que luchaban.
El mundo sigue necesitando los derechos humanos. Su futuro estriba en ver si podemos redimirlos y ponerlos al servicio de los marginados. Sólo así serán realmente universales.
También el discurso sobre ellos se lo están apropiando las fuerzas de la globalización. Éstas definen el significado y la finalidad de los derechos humanos. Las mismas fuerzas que violan los derechos de los pobres se presentan como sus protectoras.
La pobreza es causa y producto de las violaciones de los derechos humanos.
La pobreza prevalece como el mayor problema de derechos humanos del mundo. La lucha contra la pobreza, las privaciones y la exclusión no es una cuestión de caridad y no depende de cuán rico sea un país.[i]
Debido a esta dualidad la pobreza es probablemente el más grave de los problemas de derechos humanos en el mundo. Los vínculos entre los derechos humanos y la pobreza son evidentes:
Las personas a las que se les deniegan los derechos –las víctimas de la discriminación o la persecución, por ejemplo—tienen más probabilidades de ser pobres. Por lo general, encuentran difícil o imposible participar en el mercado de trabajo y tienen poco o ningún acceso a los servicios básicos y los recursos. Entre tanto, los pobres en muchas sociedades no pueden disfrutar de sus derechos a la educación, la salud y la vivienda simplemente porque no están a su alcance. Y la pobreza afecta todos los derechos humanos: por ejemplo, los bajos ingresos pueden impedir el acceso de las personas a la educación, un derecho “económico y social”, lo que a su vez inhibe su participación en la vida pública, un derecho “civil y político” y su capacidad para influir en las políticas que los afectan.
La pobreza se ha vuelto un fenómeno globalizado y está presente en las agendas de los gobiernos, de los organismos multilaterales y de la sociedad civil. Desde la perspectiva de los derechos humanos, la pobreza constituye una violación múltiple de las libertades fundamentales de los seres humanos y, por sobre todo, la violación del derecho a vivir una vida digna tal como lo consagran los Tratados Internacionales de Derechos Humanos.
Desde la perspectiva de los derechos humanos, la pobreza constituye una violación múltiple de las libertades fundamentales de los seres humanos y, por sobre todo, la violación del derecho a vivir una vida digna tal como lo consagran los Tratados Internacionales de Derechos Humanos.
Esto implica básicamente la capacidad de realizarse con dignidad en tanto que ser humano, de poder gozar de una vida digna que valorice al individuo y que le permita volcar a la sociedad lo mejor de sí mismo. Sin duda esta realización depende de múltiples variables y dimensiones. Creemos que el desarrollo social debe reivindicar a las personas y a las comunidades como “sujetos de derecho” y actores de la construcción de este desarrollo. De este modo la problemáticade la pobreza se mira desde el ejercicio de los derechos humanos mostrando el carácter de exigibilidad que tiene el derecho a no ser pobre, más allá de la voluntad política de los gobiernos.
Nadie puede servir a los derechos humanos y al mercado
Vivimos en un «mundo administrado» (Th. Adorno). La estructura y el funcionamiento del mercado constituyen la antítesis de los derechos humanos.
El mercado funciona con leyes propias. Hay que eliminar las alteraciones. La lucha por los derechos humanos representa una de estas alteraciones. Nadie puede servir honradamente al mercado y a los derechos humanos. Lo contrario de esto es hipocresía. A ello aluden las naciones del sur cuando las del norte se convierten en ardientes predicadores de los derechos humanos.
Los programas estructurales de ajuste pretenden mantener el sistema, a costa de los pobres y de sus derechos. Graves recortes en educación, abolición de ayudas para la alimentación, liquidación de la fuerza laboral son medidas diametralmente opuestas a la protección de los pobres. Las mujeres son las peor afectadas por todo ello.
El mercado busca el provecho. Los derechos se convierten en derechos de los pobres cuando se defienden sus necesidades básicas. El cálculo del provecho por sí mismo nunca permitirá un compromiso con los derechos humanos. Al mercado capitalista no le importa que millones de personas se vean obligadas a perder sus vidas.
Eclipse del sujeto
La práctica de los derechos humanos exige que el sujeto de las víctimas se sitúe en el centro de todo. Pero la hegemonía del capitalismo financiero parte de la disolución del sujeto. La acumulación de capital no tiene nada que ver ni con la producción ni con el productor. El capital es fruto de la ficción y de la especulación. Funcionando como un sistema autónomo y con su lógica interna, el capitalismo crea exclusión. La gente se vuelve gente sin rostro, lo cual hace más fácil la explotación.[ii]
Según Aye Aye Win, La pobreza es un concepto pluridimensional y constituye una violación múltiple de los derechos humanos. Las causas de la pobreza están profundamente arraigadas, poseen numerosos niveles y atañen a gran cantidad de actores. En este sentido, todo intento por atacar la pobreza exige un enfoque diversificado que incluya a estos numerosos actores e intervenga en distintos niveles, que comience por la unidad familiar y llegue hasta el plano internacional. Las intervenciones basadas en proyectos puntuales podrán lograr una reducción limitada de la pobreza, pero la erradicación absoluta de la pobreza requerirá un marco moral, jurídico y político integral. Los derechos humanos proporcionan ese marco. No obstante, debe recordarse que el terreno crítico de la intervención en este enfoque de numerosos niveles, gran cantidad de actores y, por tanto, diversificado está en el plano de las comunidades afectadas (la gente que experimenta la pobreza en carne propia), en el trabajo con ellas, construyendo su capacidad y su liderazgo para conocer y reclamar sus derechos humanos.[iii]
Pese a ello, todavía es raro que la pobreza se vea a través del lente de los derechos humanos.
Más bien a menudo se percibe como algo trágico pero inevitable, e incluso como responsabilidad de aquéllos que la sufren. En el mejor de los casos, los que viven en la pobreza -–países e individuos— se describen como infortunados; en el peor de los casos, como haraganes e indignos.
La realidad es diferente. La pobreza está formada por muchos ingredientes, pero siempre se ha caracterizado por factores tales como la discriminación, el acceso desigual a los recursos y la estigmatización social y cultural. Esos “factores” tienen otro nombre: denegación de los derechos humanos y la dignidad humana. Lo que es más, esos son factores respecto de los que los gobiernos y las personas en posición de autoridad pueden y deben hacer algo. Se han comprometido a ello al aceptar en forma abrumadora varios tratados de derechos humanos y al firmar el consenso internacional para hacer de la pobreza cosa del pasado, mediante la Declaración del Milenio y los Objetivos de Desarrollo del Milenio, así como el Documento Final de la Cumbre Mundial 2005.
La realización de los derechos humanos, incluida la lucha contra la pobreza, es un deber, no una mera aspiración.
[i] LOUISE ARBOUR. Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
[ii] FÉLIX WILFRED. ¿Derechos Humanos o Derechos de los Pobres?
[iii] AYE AYE WIN. La Pobreza Y Los Derechos Humanos. Dignity International. En: El derecho a no ser pobre. La PobrezaComo Violación De Los Derecho Humanos. Social Watch / Septiembre 2006.
Comentarios